miércoles, 6 de mayo de 2015

CUENTOS DE MIGUEL HERNÁNDEZ ~ El potro obscuro

Estando preso, Miguel Hernández le escribió cuatro cuentos a su segundo hijo, Manuel Miguel, usando el papel higiénico de la celda con el que formó un pequeño cuaderno de 12 x 19. Las ilustraciones estuvieron a cargo de un compañero de celda, Eusebio Oca, maestro, periodista y dibujante. Entre esos relatos, uno de los más famosos, El potro obscuro.

EL POTRO OBSCURO
Una vez había un potro oscuro. Su nombre era Potro Obscuro.
Siempre se llevaba a los niños y las niñas a la Gran Ciudad del Sueño.
Se les llevaba todas las noches. Todos los niños y las niñas querían montar sobre el Potro Obscuro.
Una noche encontró a un niño. El niño dijo:

-Llévame, caballo pequeño, a la Gran Ciudad del Sueño.
-¡Monta! -dijo el Potro Obscuro.

Montó el niño, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino a una niña. La niña dijo:

-Llévame, caballo pequeño, a la Gran Ciudad del Sueño.
-Monta a mi lado -dijo el niño.

Montó la niña, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino un perro blanco. El perro blanco dijo:

-¡Guado, guado, guaguado! a la Gran Ciudad del Sueño quiero ir montado.
-¡Monta! -dijeron los niños.

Montó el perro blanco, y fueron galopando, galopando, galopando.

Pronto encontraron en el camino una gatita negra. La gatita negra dijo:

-¡Miaumido, miaumido, miaumido! a la Gran Ciudad del Sueño quiero ir, que ya ha oscurecido.
-¡Monta! -dijeron los niños y el perro blanco.

Montó la gatita negra, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino una ardilla gris. La ardilla gris dijo:

-Llévenme ustedes, por favor, a la Gran Ciudad del Sueño, donde no hay pena ni dolor.
-¡Monta! -dijeron los niños, el perro blanco y la gatita negra.

Montó la ardilla gris, y fueron galopando, galopando, galopando.
Galopando y galopando, hicieron leguas y leguas de camino. Todos eran muy felices. Todos cantaban, y cantaban, y cantaban. El niño dijo:

-¡Deprisa, deprisa! Potro Obscuro, ve más deprisa.

Pero el Potro Obscuro no podía ir deprisa. El Potro Obscuro iba despacio, despacio, despacio.
Había llegado a la Gran Ciudad del Sueño. Los niños, el perro blanco, la gatita negra y la ardilla gris estaban dormidos.
Todos estaban dormidos al llegar el Potro Obscuro a la Gran Ciudad del Sueño.

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